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Daniel Budnik Ojeda
Daniel Budnik Ojeda nació y vive en Santiago de Chile, donde tiene una familia, algunos amigos, un restaurante, tres perros, 27 años y 73 canas.
Disperso en esencia, encuentra en el papel un medio para eternizar sus ironías, humor irreverente y (des)aprecio hacia el mundo.
Hace ya algunas décadas, Einstein se vio en la necesidad de diagnosticar a la humanidad: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”. Hoy Budnik y su obra, en una ficción que no escapa mucho de la realidad, vienen a ratificar lo ya dicho.
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Vayan recogiendo señores
Una crítica mordaz y esperanzadora de
Irónico, preciso, sagaz, Daniel Budnik explora, con mirada hipercrítica, la naturaleza humana. Sus debilidades, pasiones, verdades y medias verdades, van recorriendo desde nuestra vida en el planeta Tierra, hasta recónditos universos, donde pudiese existir un hálito de vida humana o similar a ella, llegando incluso al más allá, donde ni los ángeles se salvan de su sarcasmo.
En su recorrido, desnuda con su humor negro, nuestros motivos, miedos, ambiciones, vanidades y deseos, desvelando que no todo lo que brilla es oro, y clamando por un tipo de vida sustentable, que detenga la destrucción de nuestro planeta y a la larga de la especie humana.
Nadie se salva… Ni los líderes religiosos ni los líderes políticos de hoy o de antaño, ni siquiera los íconos del rock. Todos ellos van cayendo uno a uno, en una seguidilla vertiginosa, de la cual es difícil abstraerse hasta llegar al final.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»7697″ img_size=»full» style=»vc_box_rounded»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=»Reseñas» font_container=»tag:h2|text_align:center» google_fonts=»font_family:Montserrat%3Aregular%2C700|font_style:400%20regular%3A400%3Anormal»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Una vuelta afiebrada y asombrosa por la condición humana ante un apocalipsis -económico, zombie, bíblico- que se resume en la frase que inaugura el relato “Si te he visto, no me acuerdo”.
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Una vuelta afiebrada y asombrosa por la condición humana ante un apocalipsis -económico, zombie, bíblico
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